Una de las cosas más mágicas que tiene la interpretación es que hay tantas maneras de abordar un personaje como personas en el mundo.

Y es que las emociones son como las tarjetas de crédito, personales a intransferibles, ante un mismo suceso a cada uno se le disparan las suyas, que no tienen por qué coincidir con lo que sentiría otro ante el mismo hecho, y esto aporta diferentes formas de enfocar una escena, y, por lo tanto, riqueza.

Trabajar una escena y un personaje también puede servirte para conocerte a ti mismo. Las emociones actúan como un GPS que te marca que impacto tiene sobre ti aquello que está sucediendo y qué necesitas para afrontarlo.

En Teatro para la vida trabajamos con tres pilares básicos: ¿qué siento? ¿qué pienso? Y ¿cómo actúo? que nos ayudan a descubrir cómo  vive el personaje lo que le pasa, a hacer un análisis más amplio de la escena y que, también, puede resonar y arrojar información sobre cómo actuamos en la vida.

Y tú, ¿sabes cómo funciona tu GPS?